Jurel falso
El escándalo salió a la luz tras una denuncia presentada por la Asociación Gremial de Pescadores Industriales del Biobío, quienes advirtieron irregularidades en conservas rotuladas como jurel (Trachurus murphyi). Los estudios científicos del INTA, mediante secuenciación genética, fueron categóricos: las latas vendidas bajo las marcas Acuenta, Barquito, Novamar y Coliseo no contenían jurel, sino caballa.
La investigación incluyó también la revisión de una sexta marca, La Mar, que buscaba internar al país productos declarados como jurel. La fiscalización demostró que tampoco cumplía con la especie señalada, por lo que su ingreso a Chile fue rechazado. Los lotes ya distribuidos deberán ser reetiquetados de inmediato, estableciendo la verdadera composición del alimento.
En contraste, solo dos marcas de origen nacional –San José y Único– pasaron exitosamente las pruebas, confirmándose que sí correspondían a jurel de la especie declarada.
Un golpe a la confianza del consumidor
El hallazgo constituye una grave vulneración a la normativa de rotulación y comercialización de alimentos en Chile, afectando directamente a consumidores que, de buena fe, adquirieron un producto distinto al que se les prometía.
La seremi de Salud Metropolitana (s), Alejandra Hernández, enfatizó la gravedad del caso: “Estos resultados refuerzan la importancia de la fiscalización y de la trazabilidad de los alimentos que se comercializan en nuestro país. Hemos instruido los sumarios sanitarios correspondientes y las empresas deberán retirar los productos del mercado hasta su correcta rotulación, señalando la verdadera naturaleza del alimento”, declaró.
La legislación chilena es clara: un producto rotulado bajo un nombre comercial debe respetar estrictamente la especie ofrecida. Vender caballa como jurel no solo constituye publicidad engañosa, sino que infringe regulaciones sanitarias y comerciales, con sanciones que pueden oscilar entre 0,1 y 1.000 UTM para las empresas responsables.
El análisis genético que destapó la verdad
Desde el INTA, la académica Carmen Gloria Yáñez, directora de Asistencia Técnica, explicó la rigurosidad del estudio: “Se realizó un análisis de tipificación de especie por secuenciación, lo que implica extraer el ADN de cada una de las muestras, luego se lee su código genético en un secuenciador y se compara con grandes bases de datos. De las muestras analizadas, solo dos –marcas chilenas– correspondieron a Trachurus murphyi (jurel) y el resto a Scomber spp. (caballa)”.
La precisión de esta metodología hace imposible que las empresas argumenten desconocimiento sobre el producto que comercializan. El análisis molecular se ha convertido en una herramienta indispensable para validar la autenticidad de productos pesqueros, en un mercado global donde los fraudes alimentarios han crecido exponencialmente.
Impacto en la industria y próximos pasos
La revelación no solo golpea a los consumidores, sino también a la industria pesquera chilena, para la cual el jurel es un recurso emblemático, protegido bajo estrictos manejos sustentables. Permitir que productos fraudulentos importados contaminen el mercado genera una competencia desleal y afecta la confianza pública en la trazabilidad.
Los próximos pasos serán claves: la autoridad sanitaria ha ordenado el inicio de sumarios sanitarios, notificado a las empresas involucradas y exigido la modificación inmediata de la rotulación, además de la corrección de la información nutricional donde sea necesario. De no cumplir, las compañías arriesgan no solo millonarias sanciones, sino también el retiro definitivo de sus productos del mercado.
Consumidores engañados y empresas bajo la lupa
El caso instala con fuerza la discusión sobre la seguridad alimentaria y la defensa del consumidor en Chile, un tema que ha cobrado creciente relevancia internacionalmente. El fraude descubierto en estas conservas importadas pone bajo la lupa no solo a las marcas involucradas, sino también a los mecanismos de control que deben reforzarse para evitar la reiteración de estas prácticas.
El mensaje de la autoridad es claro: la trazabilidad y la transparencia son intransables en la cadena alimentaria. La confianza de los consumidores, especialmente en un producto tan tradicional como el jurel, depende de una fiscalización rigurosa y sanciones ejemplares.
La investigación avanza, pero el golpe ya está dado: cinco marcas quedaron al descubierto por engañar a miles de hogares chilenos, vendiendo caballa como si fuera jurel. Una manipulación que no solo vulnera la ley, sino también la mesa familiar y la identidad de un alimento emblemático en la dieta nacional.
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