Noticias Región del Maule: Los datos entregados por el Plan Nacional de Salud mental 2017-2025, muestran un gasto público de salud en Chile muy bajo en relación con los países desarrollados, donde la salud mental alcanza el 2,4% respecto al gasto total.
Según Lalonde, los determinantes de salud son factores personales, sociales, económicos y ambientales, que impactan y pueden transformarse en elementos protectores o de riesgo. Si además incorporamos la comprensión del concepto de salud, que de acuerdo con la OMS no es solo la ausencia de enfermedad sino más bien un estado de completo bienestar, la pandemia es un enorme riesgo a la salud mental de la población.
El estrés que es, simplemente, la preparación de nuestro organismo para enfrentar el peligro, es un estado que se ha vuelto crónico sin precedentes, donde al igual que con el coronavirus, tampoco estamos preparados, a nivel familiar y de políticas públicas, que históricamente han sido deficitarias en el área sanitaria.
Este estado permanente de alerta ante el peligro inminente de contraer la enfermedad y transmitirla a nuestros seres queridos, se acentúa en un contexto de encierro obligatorio. Lo recomendable sería centrarse en las emociones positivas y en el aquí y ahora; los afectos, los hobbies, etc. Por otra parte, evitar la sobreexposición a noticias, detenerse en lo suficiente para estar informado/a, tratar de mantener una rutina diaria que nos de la sensación de seguridad y algunas certezas, contactos virtuales con amigos y familia, cuidar la alimentación y la higiene del sueño.
En el escenario actual, donde todas las miradas y recursos se concentran en afrontar el manejo del virus, es imprescindible nuestra capacidad de adaptación. Ser realistas en cuanto a la posibilidad o no de manejar ciertas situaciones o hechos.
El miedo, la angustia, la ansiedad y el estrés constante pueden ser causa de enfermedades físicas y mentales, haciendo necesario, terminada la pandemia, de un esfuerzo adicional por parte del Estado, para atender y proteger la salud de la población y su nueva forma de incorporarse al diario vivir, que sin duda será un regreso progresivo y pausado.
Aun cuando nos parezca difícil e incluso absurdo, como toda crisis, también es posible observarla como una oportunidad. Detenernos y reflexionar respecto a cómo queremos continuar nuestro día a día, preguntarnos qué aspectos de nuestra vida nos han mantenido en pie durante este encierro, descubrir nuestros propios recursos de afrontamiento, y probablemente sorprendernos de ser capaces de sobrellevar este difícil momento y revalorar los encuentros con los otros.
Según Lalonde, los determinantes de salud son factores personales, sociales, económicos y ambientales, que impactan y pueden transformarse en elementos protectores o de riesgo. Si además incorporamos la comprensión del concepto de salud, que de acuerdo con la OMS no es solo la ausencia de enfermedad sino más bien un estado de completo bienestar, la pandemia es un enorme riesgo a la salud mental de la población.
El estrés que es, simplemente, la preparación de nuestro organismo para enfrentar el peligro, es un estado que se ha vuelto crónico sin precedentes, donde al igual que con el coronavirus, tampoco estamos preparados, a nivel familiar y de políticas públicas, que históricamente han sido deficitarias en el área sanitaria.
Este estado permanente de alerta ante el peligro inminente de contraer la enfermedad y transmitirla a nuestros seres queridos, se acentúa en un contexto de encierro obligatorio. Lo recomendable sería centrarse en las emociones positivas y en el aquí y ahora; los afectos, los hobbies, etc. Por otra parte, evitar la sobreexposición a noticias, detenerse en lo suficiente para estar informado/a, tratar de mantener una rutina diaria que nos de la sensación de seguridad y algunas certezas, contactos virtuales con amigos y familia, cuidar la alimentación y la higiene del sueño.
En el escenario actual, donde todas las miradas y recursos se concentran en afrontar el manejo del virus, es imprescindible nuestra capacidad de adaptación. Ser realistas en cuanto a la posibilidad o no de manejar ciertas situaciones o hechos.
El miedo, la angustia, la ansiedad y el estrés constante pueden ser causa de enfermedades físicas y mentales, haciendo necesario, terminada la pandemia, de un esfuerzo adicional por parte del Estado, para atender y proteger la salud de la población y su nueva forma de incorporarse al diario vivir, que sin duda será un regreso progresivo y pausado.
Aun cuando nos parezca difícil e incluso absurdo, como toda crisis, también es posible observarla como una oportunidad. Detenernos y reflexionar respecto a cómo queremos continuar nuestro día a día, preguntarnos qué aspectos de nuestra vida nos han mantenido en pie durante este encierro, descubrir nuestros propios recursos de afrontamiento, y probablemente sorprendernos de ser capaces de sobrellevar este difícil momento y revalorar los encuentros con los otros.
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