El proyecto, impulsado bajo la actual administración de Donald Trump, contempla un reactor de 100 kilowatts de potencia, equivalente al consumo de energía que requiere una casa de 186 metros cuadrados cada tres días y medio. Su objetivo es garantizar suministro continuo para una futura base lunar.
“Es posible técnicamente ir a instalar un reactor nuclear. Puede que sea caro, puede que sea trivial, pero yo creo que sí, se puede; el tema es si se debe”, afirmó Ruiz, subrayando que existen alternativas menos contaminantes. “Yo exploraría alguna de las energías limpias que hemos sido capaces de crear acá en la Tierra, partiendo por la energía solar y otras que puedan funcionar en la Luna, pero el proponer siquiera el ir a contaminar o poner o llevar algo que pudiera ser contaminante en la superficie de la Luna me parece una barbaridad”, añadió.
Para la destacada científica, la propuesta rompe con principios de protección espacial que, según advierte, están siendo desestimados. “Me parece que es algo inmoral… es algo que habría sido impensable hasta ahora y hoy desgraciadamente me parece que podría llevarse a cabo. Muy lamentable”, sentenció.
José Maza: “Es difícil y bastante peligroso”
Su colega, el también astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, José Maza, considera que el reactor podría ser técnicamente útil, pero advierte sobre sus riesgos operativos. “Instalar un reactor nuclear en la Luna para generar electricidad puede ser una condición necesaria para poder tener una base permanente”, explicó, recordando que el ciclo lunar presenta 15 días de noche continua, lo que limita severamente la energía solar.
Aun así, advierte que el transporte y aterrizaje del equipo nuclear implican riesgos considerables: “El reactor nuclear lo van a armar en la Tierra y lo van a llevar, pero lo tienen que dejar caer en el fondo, lo tienen que posar en la superficie lunar y eso es una maniobra que no es trivial… Sería una catástrofe que el reactor nuclear se rompiera porque cayó violentamente sobre la superficie lunar”.
Para Maza, una alternativa viable sería un sistema masivo de almacenamiento: “Tener un banco de baterías muy amplio que pudiera permitir almacenar energía durante el día para poder usarla en la noche”, aunque reconoce que esta opción es compleja en términos de volumen y peso.
Competencia espacial: EE.UU. vs. China
En su análisis, Maza también enmarca este proyecto en la nueva carrera espacial. Recordó que en la década de 1960, Estados Unidos y la Unión Soviética compitieron por el dominio del espacio, una disputa que terminó con la llegada estadounidense a la Luna.
Hoy, afirma, el panorama ha cambiado: “La potencia que quiere mostrarle al mundo que va siendo comparable con Estados Unidos, en tecnología y en todo lo demás, es China… Se repite la carrera espacial, ya no por el fin de llegar a la Luna, sino por el fin de llegar a Marte”.
El académico plantea que este nuevo pulso espacial tiene un fuerte componente propagandístico y advierte que la postura actual de Estados Unidos en materia de educación e investigación podría dejarle terreno libre a China en el objetivo de ser el primero en pisar Marte.
La propuesta nuclear de la NASA, mientras tanto, abre un debate que mezcla ciencia, geopolítica y ética. Para Ruiz, la respuesta es clara: la Luna no debe ser escenario de contaminación humana. Para Maza, la clave está en que cualquier avance debe ser extremadamente cuidadoso para no transformar la exploración en un riesgo irreversible.
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