Noticias Región del Maule: Las Enfermedades No Transmisibles (ENT), también conocidas como enfermedades crónicas, se caracterizan por ser de larga duración y resultan de la combinación de factores genéticos, fisiológicos, ambientales y conductuales. Los principales tipos son las enfermedades cardiovasculares como hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, enfermedad cerebrovascular, enfermedad vascular periférica, entre otras, a las que se suman en esta clasificación el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas (como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el asma) y la diabetes. (OMS, 2015).
Desde la llegada del SARS-CoV-2 (COVID-19), la población mundial y nacional ha centrado su atención en el avance y daño que este virus ha provocado. El mundo científico se encuentra en una frenética carrera por encontrar una vacuna que permita otorgar protección a la población y erradicar este jaque permanente en que este virus ha tenido por meses a las autoridades sanitarias; pero también es sabido que esta solución puede tardar, y es por eso que la población debe convivir con este virus adoptando todas las medidas de prevención y fortaleciendo aún más el autocuidado integral, sobretodo en quienes padecen de estas enfermedades crónicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado frente a las repercusiones negativas que algunas de las medidas sanitarias están teniendo sobre el control y tratamiento de otras enfermedades, como son las crónicas. Esta falta de autocuidado o “descuido” de patologías crónicas causan millones de muertes cada año, presentando un escenario complejo de salud pública por los daños colaterales que estos ocasionan y que pueden ser tanto o más severos que la propia pandemia.
El control de las enfermedades crónicas ha disminuido, principalmente por el miedo de las personas a contagiarse al asistir a un centro de salud. Recordemos que como medida inicial fueron varios los países que establecieron estrategias de prevención reduciendo las atenciones médicas y redireccionando los casos considerados como NO urgentes, contribuyendo a la inasistencia en los controles y también a la automedicación (Díaz, Colón & Vera, 2016), puesto que gran parte de la población que padece enfermedades crónicas son personas mayores, se encuentran en confinamiento absoluto y no siempre cuentan con una persona que pueda suplir sus necesidades básicas como los es el retiro de medicamentos. (López, Romero & Parra D, 2016) Según la Organización Mundial de la Salud, tanto la detección como el tratamiento de las enfermedades no transmisibles, no se deben aplazar por la pandemia, pues el peligro de postergar o interrumpir estas acciones, no es solo latente y puede conllevar a daños aún más graves. (OMS, 2018).
En Chile, la autoridad sanitaria instauró hace algunos meses el “Plan de recuperación de la actividad médica”, por la disminución de las atenciones de los pacientes durante los primeros cuatro meses de 2020, enfocado principalmente en diabéticos, hipertensos, personas con trastornos en su salud mental y embarazadas, quienes al estar sin control médico y tratamiento farmacológico actualizado, corren un gran riesgo de salud. (MINSAL, 2020).
Los daños directos e indirectos ocasionados por el COVID-19 solo podrán ser medidos una vez que este logre ser controlado y esté en retirada, quizás con una vacuna en un futuro o simplemente conviviendo bajo una “nueva normalidad”. Los desafíos de la medicina trascienden a esta pandemia, y si bien hoy es necesario el autocuidado previniendo el contagio de este virus, el mantener los controles médicos y tratamiento adecuado de Enfermedades No Transmisibles, es una responsabilidad que trasciende en el tiempo, pues como señaló Josh Billigs, “la salud es como el dinero, nunca tenemos una idea real de su valor, hasta que la perdemos”.
Desde la llegada del SARS-CoV-2 (COVID-19), la población mundial y nacional ha centrado su atención en el avance y daño que este virus ha provocado. El mundo científico se encuentra en una frenética carrera por encontrar una vacuna que permita otorgar protección a la población y erradicar este jaque permanente en que este virus ha tenido por meses a las autoridades sanitarias; pero también es sabido que esta solución puede tardar, y es por eso que la población debe convivir con este virus adoptando todas las medidas de prevención y fortaleciendo aún más el autocuidado integral, sobretodo en quienes padecen de estas enfermedades crónicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado frente a las repercusiones negativas que algunas de las medidas sanitarias están teniendo sobre el control y tratamiento de otras enfermedades, como son las crónicas. Esta falta de autocuidado o “descuido” de patologías crónicas causan millones de muertes cada año, presentando un escenario complejo de salud pública por los daños colaterales que estos ocasionan y que pueden ser tanto o más severos que la propia pandemia.
El control de las enfermedades crónicas ha disminuido, principalmente por el miedo de las personas a contagiarse al asistir a un centro de salud. Recordemos que como medida inicial fueron varios los países que establecieron estrategias de prevención reduciendo las atenciones médicas y redireccionando los casos considerados como NO urgentes, contribuyendo a la inasistencia en los controles y también a la automedicación (Díaz, Colón & Vera, 2016), puesto que gran parte de la población que padece enfermedades crónicas son personas mayores, se encuentran en confinamiento absoluto y no siempre cuentan con una persona que pueda suplir sus necesidades básicas como los es el retiro de medicamentos. (López, Romero & Parra D, 2016) Según la Organización Mundial de la Salud, tanto la detección como el tratamiento de las enfermedades no transmisibles, no se deben aplazar por la pandemia, pues el peligro de postergar o interrumpir estas acciones, no es solo latente y puede conllevar a daños aún más graves. (OMS, 2018).
En Chile, la autoridad sanitaria instauró hace algunos meses el “Plan de recuperación de la actividad médica”, por la disminución de las atenciones de los pacientes durante los primeros cuatro meses de 2020, enfocado principalmente en diabéticos, hipertensos, personas con trastornos en su salud mental y embarazadas, quienes al estar sin control médico y tratamiento farmacológico actualizado, corren un gran riesgo de salud. (MINSAL, 2020).
Los daños directos e indirectos ocasionados por el COVID-19 solo podrán ser medidos una vez que este logre ser controlado y esté en retirada, quizás con una vacuna en un futuro o simplemente conviviendo bajo una “nueva normalidad”. Los desafíos de la medicina trascienden a esta pandemia, y si bien hoy es necesario el autocuidado previniendo el contagio de este virus, el mantener los controles médicos y tratamiento adecuado de Enfermedades No Transmisibles, es una responsabilidad que trasciende en el tiempo, pues como señaló Josh Billigs, “la salud es como el dinero, nunca tenemos una idea real de su valor, hasta que la perdemos”.
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