Noticias Región del Maule: “Nunca había vivido una situación como ésta, de un día para otro quedamos en el aire”, dice Morelia Cuyul, quien por primera vez desde que tiene su tradicional cocinería chilota, Tentaciones Morelia, ubicada en la comuna de Chonchi, dejó de recibir turistas. Producto de la pandemia del Covid-19, desde la segunda semana de marzo está en su hogar junto a su esposo y sus dos hijas y solo prepara por encargo las empanadas que le dieron fama.
Si el estallido social de octubre produjo inquietud y una baja en la actividad de los emprendedores campesinos que ofrecen “experiencias únicas”, la crisis sanitaria los obligó a cerrar sus negocios en un clima de desazón e incertidumbre. Sin embargo, tienen la esperanza de que podrán retomar sus actividades más adelante, con los cambios que sean necesarios, y por eso se están reuniendo en la Comunidad Turismo Rural INDAP, un grupo de Facebook solo para ellos.
Karin Edwards, encargada nacional de Turismo Rural de INDAP, cuenta que esta iniciativa nace con el objetivo de que las familias del mundo rural que se dedican a este rubro “se conozcan, generen lazos, compartan experiencias y muestren sus negocios. En una primera etapa tiene un objetivo emocional, de acompañamiento y contención, pero la idea es también entregarles herramientas de capacitación, mediante conversatorios y la vinculación con otros servicios públicos, como Sence, Sernatur y Sercotec, para los desafíos post coronavirus”.
Morelia Cuyul ya es parte de esta comunidad virtual y cuenta que le ha hecho bien conocer a otros emprendedores del país, en una experiencia de cariño y aprendizaje. “El verano había andado bien y estábamos recibiendo a pasajeros de cruceros que se encontraban programados hasta abril, pero llegó el virus, nos dio miedo y cerramos. Ahora hay que pagar la patente municipal y las cuentas y ya tuvimos que echar mano a los ahorros”, relata.
Agrega que este tiempo lo ha aprovechado para hacer conservas y mermeladas, tejer, trasplantar flores y pensar cómo se van a reinventar con su negocio, que ya entera diez años, para lo que viene. “No ha sido fácil y ojalá que podamos volver a la normalidad lo más pronto posible”, dice.
Una experiencia similar es la que ha vivido Daisy Rojas con su emprendimiento Olivos Centenarios, de la comuna de Huasco, donde realiza visitas guiadas a su campo de olivos, con degustaciones de aceitunas y catas de aceite. Tras el 18 de octubre le cancelaron las reservas que tenía con colegios, empresas y tour operadores, pero en enero y febrero logró repuntar. Luego la pandemia la dejó de brazos cruzados y su marido, conductor de una empresa, quedó cesante.
“Recuerdo que el último aceite de oliva lo vendí el 6 de marzo en un Mercado Campesino de INDAP en Vallenar. Desde ahí hasta fines de mayo no tuvimos ingresos. Entremedio llegaron unos jóvenes que querían hacer el circuito por el predio y les abrí el portón para que recorrieran la ruta y probaran la señalética que había instalado. Fue un experimento para lo que viene”, comenta.
Por estos días está cuidando sus reservas económicas y ha comenzado a entregar chuicas de 2 litros de aceite de oliva en Vallenar, a personas que la han contactado por Instagram. “Yo nunca pensé que esta emergencia iba a durar tanto y me confié, pero me cayó la ficha de que hoy todo se está moviendo en forma virtual, reuniones y negocios, así que voy a tener que meterme en el tema online y ponerle el pecho a las balas”, dice Daisy Rojas.
María Pincheira, del emprendimiento Lan-ko Fücha, de la comunidad indígena Félix Catrilaf Currin de Loncoche, que ofrece camping, cabañas, ruka con gastronomía mapuche, artesanía en madera, granja interactiva, pesca deportiva y lechería-quesería, cuenta que hasta febrero recibieron a varias delegaciones, incluyendo a grupos de Colombia Perú y Eslovenia que participaban en un encuentro de danza, “pero en marzo todo terminó de golpe”.
“Desde ese mes no hemos recibido a nadie, porque somos siete familias y nos estamos cuidando. En las huertas tenemos lo fundamental para la alimentación y a la ciudad vamos solo a comprar lo que nos hace falta y los artículos de aseo. Nunca imaginamos que esta crisis iba a durar tanto. Yo ya estoy entrando en pánico, porque todo se ve complicado. Para diciembre tenemos programadas actividades por el eclipse solar, pero no se sabe qué va a pasar”, dice.
A su juicio, la comunidad virtual “es un enorme apoyo, porque así sentimos que no estamos solos y además es más fácil salir adelante unidos y en forma colaborativa”.
El Programa de Turismo Rural de INDAP cuenta a nivel nacional con alrededor de 1.500 usuarios que ofrecen servicios de camping, hospedaje, cabañas, quinchos, fogones, cabalgatas, senderismo, observación de flora y fauna, granjas educativas y experiencias de campo, entre otros. Un 61% de los emprendimientos es liderado por mujeres y el 62% de ellos se concentra entre las regiones de La Araucanía y Aysén.
Este año el Día Mundial del Turismo (27 de septiembre) se celebra bajo el lema Turismo y Desarrollo Rural y, justamente, busca crear conciencia sobre la importancia de proteger y potenciar nuestros territorios campesinos.
Si el estallido social de octubre produjo inquietud y una baja en la actividad de los emprendedores campesinos que ofrecen “experiencias únicas”, la crisis sanitaria los obligó a cerrar sus negocios en un clima de desazón e incertidumbre. Sin embargo, tienen la esperanza de que podrán retomar sus actividades más adelante, con los cambios que sean necesarios, y por eso se están reuniendo en la Comunidad Turismo Rural INDAP, un grupo de Facebook solo para ellos.
Karin Edwards, encargada nacional de Turismo Rural de INDAP, cuenta que esta iniciativa nace con el objetivo de que las familias del mundo rural que se dedican a este rubro “se conozcan, generen lazos, compartan experiencias y muestren sus negocios. En una primera etapa tiene un objetivo emocional, de acompañamiento y contención, pero la idea es también entregarles herramientas de capacitación, mediante conversatorios y la vinculación con otros servicios públicos, como Sence, Sernatur y Sercotec, para los desafíos post coronavirus”.
Morelia Cuyul ya es parte de esta comunidad virtual y cuenta que le ha hecho bien conocer a otros emprendedores del país, en una experiencia de cariño y aprendizaje. “El verano había andado bien y estábamos recibiendo a pasajeros de cruceros que se encontraban programados hasta abril, pero llegó el virus, nos dio miedo y cerramos. Ahora hay que pagar la patente municipal y las cuentas y ya tuvimos que echar mano a los ahorros”, relata.
Agrega que este tiempo lo ha aprovechado para hacer conservas y mermeladas, tejer, trasplantar flores y pensar cómo se van a reinventar con su negocio, que ya entera diez años, para lo que viene. “No ha sido fácil y ojalá que podamos volver a la normalidad lo más pronto posible”, dice.
Una experiencia similar es la que ha vivido Daisy Rojas con su emprendimiento Olivos Centenarios, de la comuna de Huasco, donde realiza visitas guiadas a su campo de olivos, con degustaciones de aceitunas y catas de aceite. Tras el 18 de octubre le cancelaron las reservas que tenía con colegios, empresas y tour operadores, pero en enero y febrero logró repuntar. Luego la pandemia la dejó de brazos cruzados y su marido, conductor de una empresa, quedó cesante.
“Recuerdo que el último aceite de oliva lo vendí el 6 de marzo en un Mercado Campesino de INDAP en Vallenar. Desde ahí hasta fines de mayo no tuvimos ingresos. Entremedio llegaron unos jóvenes que querían hacer el circuito por el predio y les abrí el portón para que recorrieran la ruta y probaran la señalética que había instalado. Fue un experimento para lo que viene”, comenta.
Por estos días está cuidando sus reservas económicas y ha comenzado a entregar chuicas de 2 litros de aceite de oliva en Vallenar, a personas que la han contactado por Instagram. “Yo nunca pensé que esta emergencia iba a durar tanto y me confié, pero me cayó la ficha de que hoy todo se está moviendo en forma virtual, reuniones y negocios, así que voy a tener que meterme en el tema online y ponerle el pecho a las balas”, dice Daisy Rojas.
María Pincheira, del emprendimiento Lan-ko Fücha, de la comunidad indígena Félix Catrilaf Currin de Loncoche, que ofrece camping, cabañas, ruka con gastronomía mapuche, artesanía en madera, granja interactiva, pesca deportiva y lechería-quesería, cuenta que hasta febrero recibieron a varias delegaciones, incluyendo a grupos de Colombia Perú y Eslovenia que participaban en un encuentro de danza, “pero en marzo todo terminó de golpe”.
“Desde ese mes no hemos recibido a nadie, porque somos siete familias y nos estamos cuidando. En las huertas tenemos lo fundamental para la alimentación y a la ciudad vamos solo a comprar lo que nos hace falta y los artículos de aseo. Nunca imaginamos que esta crisis iba a durar tanto. Yo ya estoy entrando en pánico, porque todo se ve complicado. Para diciembre tenemos programadas actividades por el eclipse solar, pero no se sabe qué va a pasar”, dice.
A su juicio, la comunidad virtual “es un enorme apoyo, porque así sentimos que no estamos solos y además es más fácil salir adelante unidos y en forma colaborativa”.
El Programa de Turismo Rural de INDAP cuenta a nivel nacional con alrededor de 1.500 usuarios que ofrecen servicios de camping, hospedaje, cabañas, quinchos, fogones, cabalgatas, senderismo, observación de flora y fauna, granjas educativas y experiencias de campo, entre otros. Un 61% de los emprendimientos es liderado por mujeres y el 62% de ellos se concentra entre las regiones de La Araucanía y Aysén.
Este año el Día Mundial del Turismo (27 de septiembre) se celebra bajo el lema Turismo y Desarrollo Rural y, justamente, busca crear conciencia sobre la importancia de proteger y potenciar nuestros territorios campesinos.
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