Noticias Región del Maule: Dra. Sandra Castro Berna, académica de la Escuela de Educación Parvularia de la Universidad Católica del Maule sede Curicó.
Ya es hora de ingresar al jardín infantil y colegio, y para los más pequeños el proceso de adaptación puede ser un poco difícil. Los niños a su corta edad no siempre entienden que deben separarse de los padres por unas horas y suelen llorar ante un escenario desconocido. De la misma forma, los padres, se sienten complicados en este proceso, desprenderse de los hijos a veces no es fácil.
Hay que entender que para los pequeños es un cambio enorme enfrentarse a un espacio más grande de lo normal, con mayor número de niños moviéndose a su lado, con adultos desconocidos, por varias horas alejados de sus progenitores.
Y aunque hay algunos que enfrentan los primeros días de clases con ansiedad, curiosidad, alegría o ilusión, a otros esta etapa les produce más temor. Aquellos niños y niñas que van con alegría son una ayuda para los que no, se adaptan y comparten con facilidad, pero los que lloran, a veces no son comprendidos. El llanto, en muchas ocasiones es confundido con desagrado, molestia, maña, entre otras connotaciones negativas, pero es necesario que también se entienda como una forma en la que se expresan los infantes, sobre todo los más pequeños, por razones obvias, ya que no pueden decir con claridad lo que quieren o sienten, por tanto, lloran y no por incomodidad, solo se comunican.
Se angustian con la ausencia de los padres al retirarse y rompen en llanto, pero solo por unos minutos, luego se calman ya que cambian sus intereses, comienzan a sentirse atraídos por los colores del entorno de la sala, por la decoración llamativa y alegre, los materiales didácticos que hay para trabajar, los invitan a curiosear, la música ambiental que incentiva a escuchar, cantar o bailar, los cantos de las tías son nuevos, los juegos son entretenidos y pueden realizar diferentes acciones pueden ser un modelo para imitar o conocer nuevas amistades.
La angustia es más persistente en los padres y muchas veces se van con ella, pero en compañía de sus hijos deben contenerse para que estos no lo perciban y se regulen con mayor rapidez.
Cómo involucrarse
Los padres, lo primero que deben hacer, es quedarse con los niños unos minutos y al retirarse asegurarles que pasarán por ellos más tarde, despedirse en forma breve y con alegría.
Lo importante es evitar frases que pueden tener doble interpretación ¡Si lloras me voy con mucha pena!, ¡Voy ahí no más!, ¡Voy a buscar algo y vuelto! Es imperioso evitar las mentiras y no infundir temor por los adultos de la sala como ¡te está mirando!, ¡qué va a decir!
En vez de lo anterior, los padres deben destacar las actividades entretenidas de las cuales participará o los nuevos amigos que tendrá. Si el niño se apena o llora, el adulto debe contenerlo, hablarle calmado y tranquilizarlo. Hay que trasmitirle seguridad, para que tome confianza en sí mismo y en su entorno.
Positivo es incentivar a los niños y niñas, conversando sobre el bienestar en el jardín, que la familia estará pensando en ellos, hablarles con naturalidad y comentarles cómo fue su experiencia en la ida al jardín o colegio, enfatizando en los aspectos positivos.
Para los padres es fundamental conocer e involucrarse con el proyecto de formación del jardín infantil o colegio, valorar la importancia de asistir a la enseñanza parvularia, sus múltiples beneficios en el desarrollo integral de sus hijos e hijas, y aceptar que deben enfrentarse a experiencias nuevas que la familia no siempre puede ofrecer, sobre todo las experiencias del ámbito social, de convivencia. Los niños y niñas a temprana edad deben adquirir para desarrollar capacidades suficientes y necesarias, para enfrentar la integración social y la vida escolar futura.
Ya es hora de ingresar al jardín infantil y colegio, y para los más pequeños el proceso de adaptación puede ser un poco difícil. Los niños a su corta edad no siempre entienden que deben separarse de los padres por unas horas y suelen llorar ante un escenario desconocido. De la misma forma, los padres, se sienten complicados en este proceso, desprenderse de los hijos a veces no es fácil.
Hay que entender que para los pequeños es un cambio enorme enfrentarse a un espacio más grande de lo normal, con mayor número de niños moviéndose a su lado, con adultos desconocidos, por varias horas alejados de sus progenitores.
Y aunque hay algunos que enfrentan los primeros días de clases con ansiedad, curiosidad, alegría o ilusión, a otros esta etapa les produce más temor. Aquellos niños y niñas que van con alegría son una ayuda para los que no, se adaptan y comparten con facilidad, pero los que lloran, a veces no son comprendidos. El llanto, en muchas ocasiones es confundido con desagrado, molestia, maña, entre otras connotaciones negativas, pero es necesario que también se entienda como una forma en la que se expresan los infantes, sobre todo los más pequeños, por razones obvias, ya que no pueden decir con claridad lo que quieren o sienten, por tanto, lloran y no por incomodidad, solo se comunican.
Se angustian con la ausencia de los padres al retirarse y rompen en llanto, pero solo por unos minutos, luego se calman ya que cambian sus intereses, comienzan a sentirse atraídos por los colores del entorno de la sala, por la decoración llamativa y alegre, los materiales didácticos que hay para trabajar, los invitan a curiosear, la música ambiental que incentiva a escuchar, cantar o bailar, los cantos de las tías son nuevos, los juegos son entretenidos y pueden realizar diferentes acciones pueden ser un modelo para imitar o conocer nuevas amistades.
La angustia es más persistente en los padres y muchas veces se van con ella, pero en compañía de sus hijos deben contenerse para que estos no lo perciban y se regulen con mayor rapidez.
Cómo involucrarse
Los padres, lo primero que deben hacer, es quedarse con los niños unos minutos y al retirarse asegurarles que pasarán por ellos más tarde, despedirse en forma breve y con alegría.
Lo importante es evitar frases que pueden tener doble interpretación ¡Si lloras me voy con mucha pena!, ¡Voy ahí no más!, ¡Voy a buscar algo y vuelto! Es imperioso evitar las mentiras y no infundir temor por los adultos de la sala como ¡te está mirando!, ¡qué va a decir!
En vez de lo anterior, los padres deben destacar las actividades entretenidas de las cuales participará o los nuevos amigos que tendrá. Si el niño se apena o llora, el adulto debe contenerlo, hablarle calmado y tranquilizarlo. Hay que trasmitirle seguridad, para que tome confianza en sí mismo y en su entorno.
Positivo es incentivar a los niños y niñas, conversando sobre el bienestar en el jardín, que la familia estará pensando en ellos, hablarles con naturalidad y comentarles cómo fue su experiencia en la ida al jardín o colegio, enfatizando en los aspectos positivos.
Para los padres es fundamental conocer e involucrarse con el proyecto de formación del jardín infantil o colegio, valorar la importancia de asistir a la enseñanza parvularia, sus múltiples beneficios en el desarrollo integral de sus hijos e hijas, y aceptar que deben enfrentarse a experiencias nuevas que la familia no siempre puede ofrecer, sobre todo las experiencias del ámbito social, de convivencia. Los niños y niñas a temprana edad deben adquirir para desarrollar capacidades suficientes y necesarias, para enfrentar la integración social y la vida escolar futura.
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