#MauleNews: Más de 11 millones de personas estarían afectadas por multimorbilidad, enfermedades como la hipertensión, dislipidemia, diabetes, obesidad y tabaquismo, aportando significativamente a los índices de riesgo cardiovascular. La salud preventiva y las terapias kinesiológica y fonoaudiológica, demuestra logros significativos en pacientes con riesgo o experiencia de infarto agudo al miocardio y accidente vascular.
Se estima que al menos 11 millones de chilenos estarían afectadas por multimorbilidad, entre ellas hipertensión, dislipidemia, diabetes, tabaquismo y obesidad, motivando a profesionales de la salud a desarrollar habilidades que permitan contrarrestar este escenario. Las carreras de Kinesiología y Fonoaudiología de la Universidad Católica, a través del Programa de Educación Continua, incorporan capacitaciones teórico-prácticas para mejorar la prevención y la recuperación de pacientes con infartos y accidentes vasculares.
Según la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), Chile evidencia una alta prevalencia de Factores de Riesgo Cardiovascular y un elevado nivel de morbilidad por enfermedades crónicas. Algunos ejemplos de altas prevalencias son: hipertensión (27,6%), dislipidemia HDL (46%), obesidad (34,4%), diabetes mellitus (12,3%), tabaquismo (33,4%), consumo excesivo de sal (98%), bajo consumo de frutas y verduras (85%), sedentarismo de tiempo libre (87%). De estos factores de riesgo cardiovascular, solo el tabaquismo logra una reducción, el resto se mantiene o aumenta en relación a ENS 2010; elevando la probabilidad de infartos y sobrevivientes de eventos agudos.
El daño cardiovascular evidenciado en las paredes arteriales, es un proceso lento y evolutivo a lo largo de la vida. Ya en edades tempranas como la segunda década de la vida, es posible detectar placas iniciales que evidencian el daño, asociado generalmente a malos hábitos alimenticios y sedentarismo, consumo de tabaco, alcohol, y drogas, como la cocaína. la enfermedad coronaria muestra sus primeros síntomas al alcanzar los 40 o 50 años en los hombres y sobre 60 años en las mujeres.
Las enfermedades del aparato circulatorio afectan tanto a hombres como mujeres, siendo la cardiopatía isquémica 1,5 veces mayor en hombres que mujeres y el accidente cerebrovascular mayor en mujeres. Sin embargo esto no debe confundirnos, las mujeres también tienen un elevado riesgo de morir por enfermedad al corazón o cardiopatía coronaria.
Claudia Román, kinesióloga y jefa del Diplomado en Kinesiología Cardiovascular Integrativa UC, asegura que la actividad física, el ejercicio, y el ejercicio terapéutico son herramientas muy poderosas y efectivas contra las enfermedades de riesgo vascular. “Parte del trabajo actual del kinesiólogo es realizar una adecuada evaluación cardiovascular, con la finalidad de identificar los problemas kinesiológicos presentes, así como la prescripción del ejercicio físico más idóneo de acuerdo a las características clínicas y necesidades contextuales propias de cada persona”, precisa.
La terapia física es indicada no solo para prevenir enfermedades de riesgo vascular, sino también impedir la reincidencia de un evento como podría ser un reinfarto o un nuevo accidente vascular. Los kinesiólogos especializados en el área deben ser capaces de evaluar el nivel de riesgo de cada paciente, e intervenir lo más precoz posible, incluso en etapas muy agudas en personas hospitalizadas o ambulatorios en control tras un evento cardiovascular o infarto.
“El ejercicio físico y terapéutico dosificado y supervisado en algunos pacientes, es una herramienta muy poderosa tanto para la prevención como para el tratamiento de la patología cardiovascular en general. Existen algunos estudios que muestran que el ejercicio también podría reducir el daño y el estado de inflamación del endotelio, es decir de la pared de la arteria”, puntualiza Román.
Evitar el aislamiento y fortalecer las funcionalidades
Yolanda Castro, fonoaudióloga y jefa del Diplomado en Rehabilitación Fonoaudiológica del Paciente Neurológico Adulto UC, señala que gracias a la mirada interdisciplinaria del paciente con riesgo o daño cardiovascular, es posible integrar estrategias, dado que este tipo de cuadros muchas veces impacta el lenguaje y cognición, habla, la alimentación y la deglución, siendo imperativa la necesidad de trabajar de forma conjunta y en equipo. “Por lo general, el tratamiento incluye terapia ocupacional, kinesiología, nutrición, fonoaudiología y psicología, siendo de gran importancia el enfoque desde la rehabilitación con base comunitaria”, añade la especialista.
Detectar signos y señales tempranas de compromiso cognitivo y comunicativo es algo que Castro sugiere fortalecer en los espacios clínicos y sus especialistas. Estos ligeros cambios pueden asociarse a trastornos de expresión y comprensión, ya sea desde lo fonoaudiológico, como sucede cuando las personas comienzan a experimentar dificultades para nombrar las cosas (anomia), hasta cambios más profundos a nivel discursivo y de comprensión. Además, “Las personas con alguna enfermedad de compromiso cardiovascular, pueden ver afectada su habla y su capacidad para alimentarse, lo que se conoce como disfagia, por ello la importancia de detectar a tiempo y eventualmente intervenir con apoyo especializado, evitando el deterioro físico, cognitivo y social del paciente”, finaliza Castro.
Se estima que al menos 11 millones de chilenos estarían afectadas por multimorbilidad, entre ellas hipertensión, dislipidemia, diabetes, tabaquismo y obesidad, motivando a profesionales de la salud a desarrollar habilidades que permitan contrarrestar este escenario. Las carreras de Kinesiología y Fonoaudiología de la Universidad Católica, a través del Programa de Educación Continua, incorporan capacitaciones teórico-prácticas para mejorar la prevención y la recuperación de pacientes con infartos y accidentes vasculares.
Según la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), Chile evidencia una alta prevalencia de Factores de Riesgo Cardiovascular y un elevado nivel de morbilidad por enfermedades crónicas. Algunos ejemplos de altas prevalencias son: hipertensión (27,6%), dislipidemia HDL (46%), obesidad (34,4%), diabetes mellitus (12,3%), tabaquismo (33,4%), consumo excesivo de sal (98%), bajo consumo de frutas y verduras (85%), sedentarismo de tiempo libre (87%). De estos factores de riesgo cardiovascular, solo el tabaquismo logra una reducción, el resto se mantiene o aumenta en relación a ENS 2010; elevando la probabilidad de infartos y sobrevivientes de eventos agudos.
El daño cardiovascular evidenciado en las paredes arteriales, es un proceso lento y evolutivo a lo largo de la vida. Ya en edades tempranas como la segunda década de la vida, es posible detectar placas iniciales que evidencian el daño, asociado generalmente a malos hábitos alimenticios y sedentarismo, consumo de tabaco, alcohol, y drogas, como la cocaína. la enfermedad coronaria muestra sus primeros síntomas al alcanzar los 40 o 50 años en los hombres y sobre 60 años en las mujeres.
Las enfermedades del aparato circulatorio afectan tanto a hombres como mujeres, siendo la cardiopatía isquémica 1,5 veces mayor en hombres que mujeres y el accidente cerebrovascular mayor en mujeres. Sin embargo esto no debe confundirnos, las mujeres también tienen un elevado riesgo de morir por enfermedad al corazón o cardiopatía coronaria.
Claudia Román, kinesióloga y jefa del Diplomado en Kinesiología Cardiovascular Integrativa UC, asegura que la actividad física, el ejercicio, y el ejercicio terapéutico son herramientas muy poderosas y efectivas contra las enfermedades de riesgo vascular. “Parte del trabajo actual del kinesiólogo es realizar una adecuada evaluación cardiovascular, con la finalidad de identificar los problemas kinesiológicos presentes, así como la prescripción del ejercicio físico más idóneo de acuerdo a las características clínicas y necesidades contextuales propias de cada persona”, precisa.
La terapia física es indicada no solo para prevenir enfermedades de riesgo vascular, sino también impedir la reincidencia de un evento como podría ser un reinfarto o un nuevo accidente vascular. Los kinesiólogos especializados en el área deben ser capaces de evaluar el nivel de riesgo de cada paciente, e intervenir lo más precoz posible, incluso en etapas muy agudas en personas hospitalizadas o ambulatorios en control tras un evento cardiovascular o infarto.
“El ejercicio físico y terapéutico dosificado y supervisado en algunos pacientes, es una herramienta muy poderosa tanto para la prevención como para el tratamiento de la patología cardiovascular en general. Existen algunos estudios que muestran que el ejercicio también podría reducir el daño y el estado de inflamación del endotelio, es decir de la pared de la arteria”, puntualiza Román.
Evitar el aislamiento y fortalecer las funcionalidades
Yolanda Castro, fonoaudióloga y jefa del Diplomado en Rehabilitación Fonoaudiológica del Paciente Neurológico Adulto UC, señala que gracias a la mirada interdisciplinaria del paciente con riesgo o daño cardiovascular, es posible integrar estrategias, dado que este tipo de cuadros muchas veces impacta el lenguaje y cognición, habla, la alimentación y la deglución, siendo imperativa la necesidad de trabajar de forma conjunta y en equipo. “Por lo general, el tratamiento incluye terapia ocupacional, kinesiología, nutrición, fonoaudiología y psicología, siendo de gran importancia el enfoque desde la rehabilitación con base comunitaria”, añade la especialista.
Detectar signos y señales tempranas de compromiso cognitivo y comunicativo es algo que Castro sugiere fortalecer en los espacios clínicos y sus especialistas. Estos ligeros cambios pueden asociarse a trastornos de expresión y comprensión, ya sea desde lo fonoaudiológico, como sucede cuando las personas comienzan a experimentar dificultades para nombrar las cosas (anomia), hasta cambios más profundos a nivel discursivo y de comprensión. Además, “Las personas con alguna enfermedad de compromiso cardiovascular, pueden ver afectada su habla y su capacidad para alimentarse, lo que se conoce como disfagia, por ello la importancia de detectar a tiempo y eventualmente intervenir con apoyo especializado, evitando el deterioro físico, cognitivo y social del paciente”, finaliza Castro.
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