Noticias Región del Maule: El investigador de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dr. Jordi Olloquequi, destaca que el 17% de los chilenos mayores de 40 años de edad padece EPOC. Además, las bajas temperaturas del invierno pueden complicar el escenario.
El cuadro clínico de quienes resultan positivos en el test para COVID-19 comprende, entre varios síntomas, la insuficiencia respiratoria, por tanto, pacientes asmáticos, con antecedentes de bronconeumonía e incluso fumadores, se muestran preocupados ante lo que podría representar, en sus casos, ser diagnosticados con esta cepa de coronavirus, que a la fecha ha contagiado a miles de chilenos.
Sobre si existe algún riesgo particular en estos pacientes, el Dr. Jordi Olloquequi, docente y director del Grupo de Investigación en Patología Celular y Molecular de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, detalla que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades que aumentan las necesidades de oxígeno o reducen la capacidad del cuerpo para usarlo adecuadamente ponen a los pacientes en mayor riesgo de enfermedades pulmonares graves, como la neumonía que puede estar causada por este coronavirus.
Explica que aproximadamente el 17% de los chilenos de 40 años de edad o más padecen Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), y en la Región del Maule los pacientes con dicha condición son fundamentalmente hombres, adultos mayores que son o han sido fumadores. Asimismo, existe un alto porcentaje de pacientes maulinos que han estado expuestos a humo de leña durante muchos años, especialmente mujeres.
En este sentido, Olloquequi agrega que en un artículo científico publicado recientemente por el grupo de investigación que lidera, se demuestra que los pacientes con EPOC presentan una disminución de interferón-, molécula del sistema inmune implicada en la defensa contra el coronavirus. “Independientemente del género o la edad, estos pacientes se consideran más vulnerables a los efectos del COVID-19 y deben seguir a rajatabla las indicaciones para evitar el contagio”, advierte Olloquequi.
FUMADORES EN ALERTA
En el caso de los fumadores, considerados también grupo de riesgo por un sistema inmune perjudicado, el académico detalla que a la fecha se reconoce que fumar puede estar asociado con un pronóstico
adverso de la enfermedad COVID-19, puesto que existe evidencia científica que destaca el impacto negativo del consumo de tabaco en la salud pulmonar y su asociación causal con una gran cantidad de enfermedades respiratorias.
“Fumar también es perjudicial para el sistema inmunitario y su capacidad de respuesta a las infecciones, lo que hace que los fumadores sean más vulnerables a las enfermedades infecciosas. Además, algunos estudios han demostrado que los fumadores son dos veces más propensos que los no fumadores a contraer gripe y tienen síntomas más graves”, comenta el investigador.
No obstante, advierte que “por el momento, la comunidad científica ha mostrado resultados contradictorios que impiden elucidar el nivel de riesgo del tabaquismo en la gravedad de la infección por COVID-19”.
RIESGO DE CONTAGIO
Olloquequi subraya que a la fecha se conoce que el COVID-19 se contagia persona a persona a través de gotículas respiratorias (secreciones expulsadas al hablar, toser o estornudar, por ejemplo) que ingresan en el cuerpo por ojos, nariz o boca. De allí que la OMS reconoce como probable que los fumadores sean más vulnerables a contagio de COVID-19, ya que el acto de fumar significa que los dedos (y posiblemente los cigarrillos contaminados) estén en contacto con los labios, lo que aumenta la posibilidad de transmisión del virus de la mano a la boca.
Además, algunos productos para fumar, como las pipas de agua, a menudo implican compartir boquillas y mangueras, lo que podría facilitar la transmisión de COVID-19 en entornos comunitarios y sociales.
PRÓXIMO ESCENARIO DE INVIERNO
Sobre si la llegada del invierno y las bajas temperaturas podría acrecentar la severidad del virus en pacientes de alto riesgo, entre estos quienes padecen enfermedades crónicas, el investigador explicó que un estudio reciente ha mostrado que el virus sobrevive mejor en ambientes fríos y secos y que a cada grado que aumenta la temperatura ambiente el COVID-19 pierde potencial infectivo. “De ser así, las condiciones invernales en el Maule no favorecerían la contención de los casos; todo lo contrario”, comenta.
Advierte que existen estudios que demuestran que episodios de alta contaminación ambiental, como la propagación de material microparticulado por estufas a leña, se correlaciona con agudizaciones de enfermedades pulmonares, como la EPOC o el asma. Al afectar el estado del sistema respiratorio, es lógico pensar que estos pacientes podrían ser más proclives a sufrir con mayor severidad los efectos del COVID-19.
El cuadro clínico de quienes resultan positivos en el test para COVID-19 comprende, entre varios síntomas, la insuficiencia respiratoria, por tanto, pacientes asmáticos, con antecedentes de bronconeumonía e incluso fumadores, se muestran preocupados ante lo que podría representar, en sus casos, ser diagnosticados con esta cepa de coronavirus, que a la fecha ha contagiado a miles de chilenos.
Sobre si existe algún riesgo particular en estos pacientes, el Dr. Jordi Olloquequi, docente y director del Grupo de Investigación en Patología Celular y Molecular de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, detalla que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades que aumentan las necesidades de oxígeno o reducen la capacidad del cuerpo para usarlo adecuadamente ponen a los pacientes en mayor riesgo de enfermedades pulmonares graves, como la neumonía que puede estar causada por este coronavirus.
Explica que aproximadamente el 17% de los chilenos de 40 años de edad o más padecen Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), y en la Región del Maule los pacientes con dicha condición son fundamentalmente hombres, adultos mayores que son o han sido fumadores. Asimismo, existe un alto porcentaje de pacientes maulinos que han estado expuestos a humo de leña durante muchos años, especialmente mujeres.
En este sentido, Olloquequi agrega que en un artículo científico publicado recientemente por el grupo de investigación que lidera, se demuestra que los pacientes con EPOC presentan una disminución de interferón-, molécula del sistema inmune implicada en la defensa contra el coronavirus. “Independientemente del género o la edad, estos pacientes se consideran más vulnerables a los efectos del COVID-19 y deben seguir a rajatabla las indicaciones para evitar el contagio”, advierte Olloquequi.
FUMADORES EN ALERTA
En el caso de los fumadores, considerados también grupo de riesgo por un sistema inmune perjudicado, el académico detalla que a la fecha se reconoce que fumar puede estar asociado con un pronóstico
adverso de la enfermedad COVID-19, puesto que existe evidencia científica que destaca el impacto negativo del consumo de tabaco en la salud pulmonar y su asociación causal con una gran cantidad de enfermedades respiratorias.
“Fumar también es perjudicial para el sistema inmunitario y su capacidad de respuesta a las infecciones, lo que hace que los fumadores sean más vulnerables a las enfermedades infecciosas. Además, algunos estudios han demostrado que los fumadores son dos veces más propensos que los no fumadores a contraer gripe y tienen síntomas más graves”, comenta el investigador.
No obstante, advierte que “por el momento, la comunidad científica ha mostrado resultados contradictorios que impiden elucidar el nivel de riesgo del tabaquismo en la gravedad de la infección por COVID-19”.
RIESGO DE CONTAGIO
Olloquequi subraya que a la fecha se conoce que el COVID-19 se contagia persona a persona a través de gotículas respiratorias (secreciones expulsadas al hablar, toser o estornudar, por ejemplo) que ingresan en el cuerpo por ojos, nariz o boca. De allí que la OMS reconoce como probable que los fumadores sean más vulnerables a contagio de COVID-19, ya que el acto de fumar significa que los dedos (y posiblemente los cigarrillos contaminados) estén en contacto con los labios, lo que aumenta la posibilidad de transmisión del virus de la mano a la boca.
Además, algunos productos para fumar, como las pipas de agua, a menudo implican compartir boquillas y mangueras, lo que podría facilitar la transmisión de COVID-19 en entornos comunitarios y sociales.
PRÓXIMO ESCENARIO DE INVIERNO
Sobre si la llegada del invierno y las bajas temperaturas podría acrecentar la severidad del virus en pacientes de alto riesgo, entre estos quienes padecen enfermedades crónicas, el investigador explicó que un estudio reciente ha mostrado que el virus sobrevive mejor en ambientes fríos y secos y que a cada grado que aumenta la temperatura ambiente el COVID-19 pierde potencial infectivo. “De ser así, las condiciones invernales en el Maule no favorecerían la contención de los casos; todo lo contrario”, comenta.
Advierte que existen estudios que demuestran que episodios de alta contaminación ambiental, como la propagación de material microparticulado por estufas a leña, se correlaciona con agudizaciones de enfermedades pulmonares, como la EPOC o el asma. Al afectar el estado del sistema respiratorio, es lógico pensar que estos pacientes podrían ser más proclives a sufrir con mayor severidad los efectos del COVID-19.
0 comments:
Publicar un comentario