Noticias Región del Maule: Efectos perjudiciales para la salud de la población que podemos evitar prefiriendo alternativas más amigables con el medio ambiente.
La pandemia por COVID-19 ha creado un escenario de aislamiento social, como una de las principales medidas para evitar la propagación del virus. Con las bajas temperaturas que se han presentado estos días, es necesario analizar el tipo de calefacción que manejamos a diario. La leña, es uno de los elementos comúnmente utilizados durante la temporada de otoño-invierno, pero a su vez, es uno de los combustibles más contaminantes.
El humo que se genera al quemar leña, contiene una gran cantidad de sustancias tóxicas, muchas de las cuales encontramos también en el humo del cigarrillo. Diversos son los efectos nocivos para la salud que arroja este sistema de calefacción. El académico e investigador de la Universidad Autónoma, Dr. Jordi Olloquequi, hace referencia a las consecuencias que trae el uso excesivo de leña. “En el aparato respiratorio se ha visto que el humo de leña afecta a las defensas pulmonares y por tanto nos hace más susceptibles a sufrir infecciones, tanto bacterianas como víricas, incluidas aquellas causadas por coronavirus. En mujeres embarazadas, se ha visto que la exposición a este contaminante aumenta el riesgo de que tengan partos prematuros y de que los niños nazcan con bajo peso, lo cual les predispone en la etapa adulta a sufrir múltiples enfermedades. El humo de leña también afecta al sistema cardiovascular, incrementando el riesgo a ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares, y también está correlacionado con la incidencia de ciertos tipos de canceres. Por último, el humo de leña también afecta a nuestra vista y puede incrementar el riesgo de sufrir cataratas”, afirma.
Por lo ya señalado, es preferible el manejo de otros combustibles, más amigables con el medio ambiente y la salud de la población. El docente de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Autónoma, Mg. Adolfo Uribe, entrega diversas alternativas para enfrentar las bajas temperaturas. “Los quiero invitar a preferir los combustibles o los artefactos que emiten menos emisiones, menos material particulado, menos humos visibles. ¿Cuáles son estos?, es la electricidad, el gas, la parafina, el pellet. En caso que no sea posible preferir estas alternativas, la recomendación frente a la leña es utilizar leña certificadamente seca”, destacó.
Lo que se sugiere, además, es evaluar la combinación de sistemas eléctricos y dispositivos a gas. Si no le es posible dejar de utilizar leña como método de calefacción, la recomendación del ministerio del medioambiente es que esta se adquiera seca y certificada. Al estar seca, tiene un contenido de humedad inferior al 25%, que hace más eficiente la combustión, produce más calor, permite ahorrar en volumen y además reduce la contaminación del aire.
La pandemia por COVID-19 ha creado un escenario de aislamiento social, como una de las principales medidas para evitar la propagación del virus. Con las bajas temperaturas que se han presentado estos días, es necesario analizar el tipo de calefacción que manejamos a diario. La leña, es uno de los elementos comúnmente utilizados durante la temporada de otoño-invierno, pero a su vez, es uno de los combustibles más contaminantes.
El humo que se genera al quemar leña, contiene una gran cantidad de sustancias tóxicas, muchas de las cuales encontramos también en el humo del cigarrillo. Diversos son los efectos nocivos para la salud que arroja este sistema de calefacción. El académico e investigador de la Universidad Autónoma, Dr. Jordi Olloquequi, hace referencia a las consecuencias que trae el uso excesivo de leña. “En el aparato respiratorio se ha visto que el humo de leña afecta a las defensas pulmonares y por tanto nos hace más susceptibles a sufrir infecciones, tanto bacterianas como víricas, incluidas aquellas causadas por coronavirus. En mujeres embarazadas, se ha visto que la exposición a este contaminante aumenta el riesgo de que tengan partos prematuros y de que los niños nazcan con bajo peso, lo cual les predispone en la etapa adulta a sufrir múltiples enfermedades. El humo de leña también afecta al sistema cardiovascular, incrementando el riesgo a ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares, y también está correlacionado con la incidencia de ciertos tipos de canceres. Por último, el humo de leña también afecta a nuestra vista y puede incrementar el riesgo de sufrir cataratas”, afirma.
Por lo ya señalado, es preferible el manejo de otros combustibles, más amigables con el medio ambiente y la salud de la población. El docente de Ingeniería Civil Industrial de la Universidad Autónoma, Mg. Adolfo Uribe, entrega diversas alternativas para enfrentar las bajas temperaturas. “Los quiero invitar a preferir los combustibles o los artefactos que emiten menos emisiones, menos material particulado, menos humos visibles. ¿Cuáles son estos?, es la electricidad, el gas, la parafina, el pellet. En caso que no sea posible preferir estas alternativas, la recomendación frente a la leña es utilizar leña certificadamente seca”, destacó.
Lo que se sugiere, además, es evaluar la combinación de sistemas eléctricos y dispositivos a gas. Si no le es posible dejar de utilizar leña como método de calefacción, la recomendación del ministerio del medioambiente es que esta se adquiera seca y certificada. Al estar seca, tiene un contenido de humedad inferior al 25%, que hace más eficiente la combustión, produce más calor, permite ahorrar en volumen y además reduce la contaminación del aire.
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