Noticias Región del Maule: María Cristina Carrasco, profesora de la Universidad de Barcelona, impartió una conferencia ante estudiantes y académicos de las Escuelas de Psicología, Sociología e Ingeniería Comercial. En la instancia abordó su propuesta teórica y de acción política.
“Hay que cambiar el objetivo de la economía, esa contradicción capital/vida. Hay que estar por la vida y no por el capital”. Con esas palabras María Cristina Carrasco, profesora de la Universidad de Barcelona, explicó el primer paso para lograr una economía feminista.
La también doctora en economía, impartió una conferencia ante estudiantes y académicos, en un evento organizado por las escuelas de Psicología, Sociología e Ingeniería Comercial de la Universidad Católica del Maule (UCM). En la actividad manifestó que “nuestro sistema es depredador de la vida, de la naturaleza y colonizador”, aspectos que, a su juicio, han mantenido las desigualdades sociales y de género en el mundo.
Por lo anterior, desmercantilizar, despatriarcalizar y decolonizar, son los cambios que se deben implementar para lograr una economía feminista, es decir, en la que se mantenga una equidad entre hombres y mujeres.
¿Cómo hacerlo? “A través de los desafíos que yo planteo: diálogo entre distintas economías, distintos pensamientos, discutir a fondo lo que significa y cada vez haciendo más prácticas de economías diferentes”, explicó Carrasco, integrante del Instituto Interuniversitario de las Mujeres y el Género de las Universidades Catalanas y de la Association for Feminist Economics.
En su intervención, Carrasco acotó que la jornada de ocho horas lograda por el movimiento obrero en la Revolución Industrial, proviene desde una mirada masculina. Durante la Revolución Industrial, el movimiento obrero tenía como máximo “8 horas para trabajar, 8 horas de recreo, 8 horas para dormir” y, para las mujeres con trabajos remunerados e hijos, los momentos de ocio y de descanso se ven disminuidos.
De hecho, según el informe “La dimensión personal del tiempo” publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres realizan, en promedio, 5.80 horas diarias de trabajo no remunerado, 3.21 horas más que los hombres. Además, destinan 0.49 horas menos en su vida social.
A juicio de la experta, si bien, algunas políticas públicas pueden contribuir a generar cambios, enfatiza en que “hay que hacerlas siempre pensando en lograr alternativas de cambios de valores, concientización de la gente, incluso en pequeñas obligaciones”.
“Cambiemos los libros de texto, cambiemos la educación, hay que buscar fórmulas porque cambiar los valores es algo de lo más complicado, mucho más que cambiar la economía, por tanto, hay que buscar las fórmulas a tono nivel: social, educativo, universitario”, añadió.
DISTRIBUCIÓN DE CARGAS
Para Yanina Gutiérrez, académica de la Escuela de Psicología, “Es necesario visibilizar el trabajo doméstico de las mujeres que, muchas veces, implica el cuidado de otros, la mantención de sistemas de alimentación y administración de la casa para que otros puedan salir a trabajar por un salario. Es importante que hombres y mujeres nos distribuyamos esos cuidados”.
Gutiérrez advirtió que no hacerlo, no solo influye en que las mujeres tengan menos posibilidades de ejercer su profesión, trabajar asalariadamente o en su monto de jubilación, sino también en la salud mental.
“En términos de las relaciones y los afectos, las mujeres nos sentimos en la obligación de mantenernos en la posición del cuidado y eso implica que dejemos de lado muchas cosas”, puntualizó.
Por su parte, Javiera Cubillos, académica de la Escuela de Sociología UCM, manifestó que, en la actualidad, existe más disposición al diálogo y a la diferencia de opiniones y que ello puede contribuir a lograr cambios reales en la sociales.
“Hay mayor apertura a disciplinas que buscan desestabilizar las relaciones de poder y las estructuras de poder. Las nuevas generaciones han crecido en escenarios en los que ya ha habido cierta reflexión de estos aspectos y hay un sustrato crítico que busca abrir la discusión para desestabilizar las relaciones de poder y abrirse a la transformación social”, añadió Cubillos.
“Hay que cambiar el objetivo de la economía, esa contradicción capital/vida. Hay que estar por la vida y no por el capital”. Con esas palabras María Cristina Carrasco, profesora de la Universidad de Barcelona, explicó el primer paso para lograr una economía feminista.
La también doctora en economía, impartió una conferencia ante estudiantes y académicos, en un evento organizado por las escuelas de Psicología, Sociología e Ingeniería Comercial de la Universidad Católica del Maule (UCM). En la actividad manifestó que “nuestro sistema es depredador de la vida, de la naturaleza y colonizador”, aspectos que, a su juicio, han mantenido las desigualdades sociales y de género en el mundo.
Por lo anterior, desmercantilizar, despatriarcalizar y decolonizar, son los cambios que se deben implementar para lograr una economía feminista, es decir, en la que se mantenga una equidad entre hombres y mujeres.
¿Cómo hacerlo? “A través de los desafíos que yo planteo: diálogo entre distintas economías, distintos pensamientos, discutir a fondo lo que significa y cada vez haciendo más prácticas de economías diferentes”, explicó Carrasco, integrante del Instituto Interuniversitario de las Mujeres y el Género de las Universidades Catalanas y de la Association for Feminist Economics.
En su intervención, Carrasco acotó que la jornada de ocho horas lograda por el movimiento obrero en la Revolución Industrial, proviene desde una mirada masculina. Durante la Revolución Industrial, el movimiento obrero tenía como máximo “8 horas para trabajar, 8 horas de recreo, 8 horas para dormir” y, para las mujeres con trabajos remunerados e hijos, los momentos de ocio y de descanso se ven disminuidos.
De hecho, según el informe “La dimensión personal del tiempo” publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres realizan, en promedio, 5.80 horas diarias de trabajo no remunerado, 3.21 horas más que los hombres. Además, destinan 0.49 horas menos en su vida social.
A juicio de la experta, si bien, algunas políticas públicas pueden contribuir a generar cambios, enfatiza en que “hay que hacerlas siempre pensando en lograr alternativas de cambios de valores, concientización de la gente, incluso en pequeñas obligaciones”.
“Cambiemos los libros de texto, cambiemos la educación, hay que buscar fórmulas porque cambiar los valores es algo de lo más complicado, mucho más que cambiar la economía, por tanto, hay que buscar las fórmulas a tono nivel: social, educativo, universitario”, añadió.
DISTRIBUCIÓN DE CARGAS
Para Yanina Gutiérrez, académica de la Escuela de Psicología, “Es necesario visibilizar el trabajo doméstico de las mujeres que, muchas veces, implica el cuidado de otros, la mantención de sistemas de alimentación y administración de la casa para que otros puedan salir a trabajar por un salario. Es importante que hombres y mujeres nos distribuyamos esos cuidados”.
Gutiérrez advirtió que no hacerlo, no solo influye en que las mujeres tengan menos posibilidades de ejercer su profesión, trabajar asalariadamente o en su monto de jubilación, sino también en la salud mental.
“En términos de las relaciones y los afectos, las mujeres nos sentimos en la obligación de mantenernos en la posición del cuidado y eso implica que dejemos de lado muchas cosas”, puntualizó.
Por su parte, Javiera Cubillos, académica de la Escuela de Sociología UCM, manifestó que, en la actualidad, existe más disposición al diálogo y a la diferencia de opiniones y que ello puede contribuir a lograr cambios reales en la sociales.
“Hay mayor apertura a disciplinas que buscan desestabilizar las relaciones de poder y las estructuras de poder. Las nuevas generaciones han crecido en escenarios en los que ya ha habido cierta reflexión de estos aspectos y hay un sustrato crítico que busca abrir la discusión para desestabilizar las relaciones de poder y abrirse a la transformación social”, añadió Cubillos.
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