Municipalidad de Molina: En pleno siglo XXI, todavía quedan lugares donde no llega el agua potable y uno de ellos era La Valdesina. Ubicada a unos 25 km de Radal Siete Tazas, en Molina, esta localidad conformada por 53 familias dejó atrás una historia llena de penurias para abrazar la modernidad.
El camino no fue fácil, ya que requirió de la organización y constancia de los vecinos, quienes recuerdan amargos episodios durante el camino.
“Un día llegué como a las 8 de la noche a mi casa, en invierno, abrí la llave y salía el agua como chocolate”, relata Margarita Orellana, habitante del sector. “Pensé en mi hija, no podía permitir que tomara eso. Dejé mi trabajo ese día y fui a la municipalidad a golpear la mesa”, detalla.
En esa oportunidad, se entrevistó con la alcaldesa de la comuna, Priscilla Castillo, a quien le explicó que “mi sueño, como mujer, era tener ropa interior blanca, algo que jamás se ha podido acá, porque el agua siempre era beige”.
Fue así como comenzó un trabajo mancomunado entre dirigentes y la autoridad, partiendo por la elaboración de un proyecto para poner en funcionamiento un Comité de Agua Potable Rural (APR) con un sistema presurizado.
Para ello, durante el pasado Gobierno de Michelle Bachelet se aprobaron 283 millones de pesos, entregados mediante la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH).
Más allá de las cifras, el presidente del Comité de APR, Francisco Aguayo, plantea emocionado que “llegar a la casa, abrir la llave y tomar un vaso de agua limpia, es algo que deberíamos tener todos los chilenos. Estamos agradecidos, fueron muchos años de sacrificio, en donde había que ir al río para bañarnos”.
El final feliz se escribió con letras doradas mediante una celebración entre los beneficiados junto a la alcaldesa y el equipo municipal, cumpliéndose justo un año desde que se formó el citado comité. “Gracias al esfuerzo de todos, ya tenemos el agua potable y la ropa blanca”, reconoce Margarita Orellana.
El camino no fue fácil, ya que requirió de la organización y constancia de los vecinos, quienes recuerdan amargos episodios durante el camino.
“Un día llegué como a las 8 de la noche a mi casa, en invierno, abrí la llave y salía el agua como chocolate”, relata Margarita Orellana, habitante del sector. “Pensé en mi hija, no podía permitir que tomara eso. Dejé mi trabajo ese día y fui a la municipalidad a golpear la mesa”, detalla.
En esa oportunidad, se entrevistó con la alcaldesa de la comuna, Priscilla Castillo, a quien le explicó que “mi sueño, como mujer, era tener ropa interior blanca, algo que jamás se ha podido acá, porque el agua siempre era beige”.
APOYO MUNICIPAL
Fue así como comenzó un trabajo mancomunado entre dirigentes y la autoridad, partiendo por la elaboración de un proyecto para poner en funcionamiento un Comité de Agua Potable Rural (APR) con un sistema presurizado.Para ello, durante el pasado Gobierno de Michelle Bachelet se aprobaron 283 millones de pesos, entregados mediante la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH).
Más allá de las cifras, el presidente del Comité de APR, Francisco Aguayo, plantea emocionado que “llegar a la casa, abrir la llave y tomar un vaso de agua limpia, es algo que deberíamos tener todos los chilenos. Estamos agradecidos, fueron muchos años de sacrificio, en donde había que ir al río para bañarnos”.
El final feliz se escribió con letras doradas mediante una celebración entre los beneficiados junto a la alcaldesa y el equipo municipal, cumpliéndose justo un año desde que se formó el citado comité. “Gracias al esfuerzo de todos, ya tenemos el agua potable y la ropa blanca”, reconoce Margarita Orellana.
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